jueves, 22 de octubre de 2009

Principios del Accionar Psicoanalista.

Informe de lectura sobre: “Principios rectores de cualquier acto Psicoanalítica” Autor: Eric Laurent


Se postularon una serie de “Declaración de Principios”, los cuales han sido estudiados meticulosamente por las diferentes cortes psicológicas; ahora bien se presenta a continuación los ocho principios rectores de cualquier acto psicoanalista, los cuales se mostraran proseguidamente:


1. El psicoanálisis es una praxis de intervención. Es toda una sociedad fundamentada, entre un analista y un analizado, reunidos a partir de una matriz terapéutica, donde el analizado habla y expone sobre sus demandas, sus sufrimientos, atraídos a la verbalidad por el inconsciente, que el que trae el sufrimiento sobre el analizando. La intervención se hace posible gracias a los poderes del palabra.


2. Gracias a una sesión psicoanalítica, se puede dar a lugar a el hallazgo latente de representaciones que el analizante, no creyó encontrar, siendo lo manifiesto, no lo tan importante, ni trascendente, sino lo oculto e inimaginable. El psicoanalista se autoriza a adentrarse a esas costumbres, hábitos y normas a las que el analizante, infunde límites y prohibiciones, teniendo en cuenta la especificidad clínica de cada sujeto que se dirige a él.


3. Cuando alguien que va hacer analizado acude a serlo; son circunstanciales y directos sus atributos y expectativas, definidas como reacción a lo que dice y a su vez desearía actuar sobre estas mismos atributos y expectativas. Siempre estarán allí presentes los intercambios entre analizado y analista, así como la recuperación por parte del analizado de detalles escurridos por el escucha, estableciendo una fuerte transferencia entre los dos integrantes de esta sociedad. Se engendra un socio de su fantasía, un socio que iluminado y por experiencia de su propia fantasía, toma este dominio en cuenta y renuncia a actuar en pro de esta.


4. La transferencia creada supone mucho más capaz la aparición del inconsciente, una aparición libre, que permite hablar sin ataduras, exteriorizando sus tentaciones y dificultades; donde se corroboran las alianzas de fantasía, es una relación dúo, por ello en estas secciones es prohibida la intervención de un tercero.


5. La sociedad entre analista y analizado no tendrá precedentes, no existirá un procedimiento general que mande el cómo se realiza un tratamiento psicoanalítico; el psicoanálisis no puede ser presentado en forma de un algoritmo, no se configura, ni se alinean los elementos de forma predeterminada, no existen manuales, ni prejuicios, no pueden ser reducidos a constructos técnicos, ya que el psicoanálisis es un discurso que apoya a la persona a producir y a hallar su singularidad.


6. No existe una estandarización en duración, ni desarrollo de las sesiones; ya que factores como la variedad de casos clínicos, la edad de los analizados y hasta la matriz terapéutica, fundan como incalculable la duración del proceso, es solo el analizado quien con su satisfacción en su análisis, el que determina la finalización de este mismo, ya que lo que ha experimentado a sido “sanador” de sus sufrimientos.


7. El psicoanálisis no puede definir qué se podría considera o no en términos de adaptación a la singularidad subjetiva, ya que cada norma o determinación es propia de cada realidad. Los problemas y sus posibles soluciones son de cada persona, típicas o no pero siempre establecidas por tradición y términos mucho más arcaicos.


8. La formación del analista no se reduce a el pasar por la universidad o lo adquirido gracias a la práctica, sino que desde la instauración del discurso analítico, se establecieron tres pilares; tales como los seminarios de formación teórica, el análisis propio de su fantasía ya antes del acabar su formación y la transmisión pragmática de la practica en la supervisión. Siendo un análisis no un ideal, sino la unión de discursos distintos ya ala recopilación de uno vasto historial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario