viernes, 23 de octubre de 2009

El no reconocimiento imaginario de un saber simbólico.

Informa de lectura: Sobre “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” de J. Lacan.


Lacan habla por primigenia vez del estadio del espejo en 1953, inclusive lo trastoco en 1938 en su obra “la familia”. Al hablar de este estadio encuentra la ubicación a la conciencia de sí y a la lucha del puro prestigio, al igual que el narcisismo y la pulsión de muerte; y con interesante retorno por el indagar sobre las luces que aporta sobre la función del yo.

El estadío del espejo es un momento psíquico comprendido entre los 6 y 18 primeros meses de vida, en los cuales se concibe en el infante una unidad corpórea, gracias a la identificación de su imagen a partir del reflejo de si mismo en el espejo.

Prematuración. Lacan destaca como adelanto el echo tal de que el bebe reconozca con fascinación su imagen al reflejo ante el espejo, mediante la sucesión de gestos lúdicos prematuros que asocian lo reflejado con lo que se esta efectuando realmente, gracias a visual está relativamente avanzado en madurez; afirmándose que este es el primer acto inteligente humano, ya que el infante no camina, ni es capaz de ponerse de pie, instaurando a su vez una libidinización esencial con nuestra imagen corporal, siendo este aspecto base de la subjetividad y del orden imaginario.

Conocimiento Paranoico. En el umbral de los 18 meses se identifica un de libidinización dinámica que es insano para el bebe, donde se reconoce que el yo es producto del desconocimiento, donde el bebe fusiona a si mismo. Lacan dice que de lo que no se conoce se imagina; es por vías del reconocimiento que se llega al conocimiento de si mismo, formándose el yo; es la unión de lo imaginado se si mismo y el reconocimiento de la imagen lo que se denomina Conocimiento Paranoico. Al crecer el bebe, en un principio en pedazos, crea una simbiosis con el cuerpo de su madre, entre él y el mundo de fuera, es la madre precisamente quien lo lleva a la identificación por medio del reflejo a través del espejo, donde en primer instancia, se igualara con el otro, el otro del espejo; este es el primer momento de desconocimiento del ser en el ser humano.

Identificación. El estadio del espejo, es una etapa de múltiple identificación, ya que el bebe va ha adoptar una imagen – una imago-, encontrando ese neonato una subjetividad de esta imagen, apropiándose de ella, sintiéndose parte de ella, a partir de las imago, que son esencialmente imágenes de otras personas. El bebe encuentra una adecuada identificación a partir de la desgracia en cuanto a su impotencia motil, encontrando en al identificación una dialéctica entre el otro, como paso siguiente a la liberación universal del sujeto en proyecto, por medio del lenguaje.

El bebe ve su imagen como una totalidad, contrastada con la falta de coordinación corporal, solo se es un cuerpo fragmentado.


Gestalt. Durante este estadio se genera una llamada tensión agresiva donde estarán en contraposición el bebe y su imagos, donde la imagen amenaza al infante con la fragmentación, esta angustia de fragmentarse hace que el bebe se logre identificar con la imagen, identificación que lleva a la formación del yo, mientras paralelamente hace una relación del ser humano con el animal, respondiendo a la imagen conjunta de si, de su realidad y de los de su misma especie, liberando innegables respuestas en pro de su adaptación. El estadio del espejo establece una relación entre el interior del organismo con la realidad exterior.

Esa gestalt de esa imagen corporal, es la directa responsable de la generación de respuestas, substancialmente sexuales de orígenes instintivos.


Cuerpo fragmentado. Lo imaginario, es decir, lo que no se concibe, lo que no se conoce, aunque lo es así, acarrea ciertas e innegables consecuencias para el bebe, imponiéndose poderosamente en la realidad subjetiva, en la formación singular, la historia y del desarrollo mental del neonato; donde el bebe siendo como un invidente es presa solo de ilusiones, no se identifica, se concibe como una nada, o como algo sin unidad, algo fragmentado.

Siendo el referente clínico de la fragmentación, regularmente los sueños, donde se presentan como entes desunidos o formadores de una anatomía totalmente fantasiosa o por el contrario una formación del yo soñada a partir de un campo fortificado, lo que significa una edificación en formación de sus mecanismos defensivos, esto llamado método de reducción simbólica, que sintetiza la eliminación de rasgos imaginarios por la adopción del símbolo, Lacan a diferencia de los analistas de su época opto por el uso de la simbología como medio único de desalojar las uniones ilusorias de las imaginarias.


Narcisismo. Ya consumido el estadio del espejo, se funda para el sujeto una primer dialéctica, un primer modo de vincularse con la esfera social. Donde el deseo propio queda mediado por el deseo del Otro, constituyendo sus afectos en equilibrio abstracto por rivalidad del otro, formando al unísono un yo funcional autoconservativo, del cual dependerá como este bebe pasa por el Complejo de Edipo, que es para Lacan la conquista de lo simbólico ante lo imaginario; organizando su objeto sexual, su deseo. Lacan destaca además, la construcción en el sujeto del narcisismo primario, donde también además de la identificación primaria con nuestra imagos, se nivela los caracteres de erotismo y agresividad, donde es erótico porque se produce una atracción hacia la gestalt de su imagen y agresivo por la total y fuerte fragmentación del cuerpo real del sujeto; siendo la relación narcisista la base imaginaria de todas las relaciones humanas, caracterizada por la agresión y el erotismo.

En todo el estadio del espejo solo se pone en juego una identificación imaginaria, una identificación primaria del ideal del yo.


Desconocimiento del yo. Lacan critica al existencialismo, bajo toda corriente que toma prestada la experiencia analítica, pretende el psicoanálisis existencial, alentada por la autonomía del yo o por la autosuficiencia de la conciencia, siendo solo una ilusión de fusión de identificación con la imagen, alineándose a si mismo, transformándose en otro, donde la autonomía del yo es solo una simple ilusión narcisista de dominio. Siendo quien goza de autonomía el orden simbólico y no el sujeto, ya que el es otro, esta alienado, donde el yo es otro.


Si el yo cumpliese una función, esta tiene por nombre «función de desconocimiento. No desconocimiento entendida como ignorancia, sino como una cierta organización de afirmaciones y negaciones adheridas al sujeto, “seguramente tiene que haber una especie de conocimiento de lo que hay que desconocer”

Y este fue el estadio del espejo una inercia propia de la formación del yo. Donde es esencial la experiencia del no reconocimiento imaginario de un saber simbólico.

jueves, 22 de octubre de 2009

Principios del Accionar Psicoanalista.

Informe de lectura sobre: “Principios rectores de cualquier acto Psicoanalítica” Autor: Eric Laurent


Se postularon una serie de “Declaración de Principios”, los cuales han sido estudiados meticulosamente por las diferentes cortes psicológicas; ahora bien se presenta a continuación los ocho principios rectores de cualquier acto psicoanalista, los cuales se mostraran proseguidamente:


1. El psicoanálisis es una praxis de intervención. Es toda una sociedad fundamentada, entre un analista y un analizado, reunidos a partir de una matriz terapéutica, donde el analizado habla y expone sobre sus demandas, sus sufrimientos, atraídos a la verbalidad por el inconsciente, que el que trae el sufrimiento sobre el analizando. La intervención se hace posible gracias a los poderes del palabra.


2. Gracias a una sesión psicoanalítica, se puede dar a lugar a el hallazgo latente de representaciones que el analizante, no creyó encontrar, siendo lo manifiesto, no lo tan importante, ni trascendente, sino lo oculto e inimaginable. El psicoanalista se autoriza a adentrarse a esas costumbres, hábitos y normas a las que el analizante, infunde límites y prohibiciones, teniendo en cuenta la especificidad clínica de cada sujeto que se dirige a él.


3. Cuando alguien que va hacer analizado acude a serlo; son circunstanciales y directos sus atributos y expectativas, definidas como reacción a lo que dice y a su vez desearía actuar sobre estas mismos atributos y expectativas. Siempre estarán allí presentes los intercambios entre analizado y analista, así como la recuperación por parte del analizado de detalles escurridos por el escucha, estableciendo una fuerte transferencia entre los dos integrantes de esta sociedad. Se engendra un socio de su fantasía, un socio que iluminado y por experiencia de su propia fantasía, toma este dominio en cuenta y renuncia a actuar en pro de esta.


4. La transferencia creada supone mucho más capaz la aparición del inconsciente, una aparición libre, que permite hablar sin ataduras, exteriorizando sus tentaciones y dificultades; donde se corroboran las alianzas de fantasía, es una relación dúo, por ello en estas secciones es prohibida la intervención de un tercero.


5. La sociedad entre analista y analizado no tendrá precedentes, no existirá un procedimiento general que mande el cómo se realiza un tratamiento psicoanalítico; el psicoanálisis no puede ser presentado en forma de un algoritmo, no se configura, ni se alinean los elementos de forma predeterminada, no existen manuales, ni prejuicios, no pueden ser reducidos a constructos técnicos, ya que el psicoanálisis es un discurso que apoya a la persona a producir y a hallar su singularidad.


6. No existe una estandarización en duración, ni desarrollo de las sesiones; ya que factores como la variedad de casos clínicos, la edad de los analizados y hasta la matriz terapéutica, fundan como incalculable la duración del proceso, es solo el analizado quien con su satisfacción en su análisis, el que determina la finalización de este mismo, ya que lo que ha experimentado a sido “sanador” de sus sufrimientos.


7. El psicoanálisis no puede definir qué se podría considera o no en términos de adaptación a la singularidad subjetiva, ya que cada norma o determinación es propia de cada realidad. Los problemas y sus posibles soluciones son de cada persona, típicas o no pero siempre establecidas por tradición y términos mucho más arcaicos.


8. La formación del analista no se reduce a el pasar por la universidad o lo adquirido gracias a la práctica, sino que desde la instauración del discurso analítico, se establecieron tres pilares; tales como los seminarios de formación teórica, el análisis propio de su fantasía ya antes del acabar su formación y la transmisión pragmática de la practica en la supervisión. Siendo un análisis no un ideal, sino la unión de discursos distintos ya ala recopilación de uno vasto historial.